September 13, 2012

Península

















Se quedaron así, sin hablar,  escuchando el sonido de las olas al romperse contra las rocas y el chillar de las gaviotas. Soplaba una suave brisa que olía a salitre y los marineros que iban a zarpar esa tarde hablaban entre sí. Cerró los ojos imaginándose una historia de dos jóvenes que viajaban desde un país lejano para ver el mar por primera vez. Unos ojos verdes y palabras calladas, plazas que olían a recuerdos de mil veranos, una calle rodeada de edificios blancos con balcones llenos de geranios, el sonido de guitarras en el aire.
-Oye- dijo de pronto Len.
-¿Sí?
-¿Qué crees que hay más allá de este mar?
Se giró hacia ella. Len, que no juzagaba a una persona por su apariencia sino por su personalidad, observaba pensativa el horizonte. 
-Si te fijas en días despejados al otro lado del mar se ve África…
Por la reacción se entendía que no era la respuesta que ella quería.